Ellos me dicen que no me obsesione, que no piense tanto en ello.
Cuando yo era una niña pequeña, aprendí a ser mamá. Jugué con las barbies, las cuales lo tenían todo en la vida, eran maestras o doctoras, tenían al Ken, una casa grande y una camioneta para ir de pic nic, hacían ejercicio, tenían hijos e iban al supermercado. También jugué con muchos muñecos bebés, unos comían, bebían, hacían popó, lloraban, decían mamá y hasta les cambiabas el pañal, otros venían sin ropa, metias su ropita al agua para que se expandiera y así sabías si el sexo de tu bebé era niño o niña, era una sorpresa muy emocionante de descubrir. Jugué con las polly pocket, con sus diminutas casas y sus diminutos bebés.
Mientras era aún una niña pequeña, llegó el momento de tener hermanos, llegó el momento de ver a mi mamá embarazada y sentir con mi pequeña mano como se movía mi hermano en su vientre. Lo vi pequeño, indefenso y vi a mi madre ser madre de nuevo. Ocasionalmente se me encargó cuidar a mis hermanos, tomarlos de la mano para que no se perdieran, regañarlos si era necesario y darles de comer cuando mamá no estaba. Se me dijo que por ser la mayor yo debía ser su buen ejemplo a seguir. Fui la madre de mis hermanos.
Crecí y mi cuerpo me empezó a decir que estaba en la transición de niña a mujer. Me explicaron que un día llegaría mi regla y que eso significaba que mi cuerpo se estaba preparando para ser mamá, que cada mes lo haría pero que yo aún era muy pequeña para serlo, que sería peligroso para mi salud y que además sería un suceso que me arruinaria la vida y todos mis planes. Aunque mi cuerpo me empezaba a decir que estaba listo, yo no lo estaba, no psicológicamente y aún tenía mucha camino que recorrer. Entendí que un bebé arruinaria mis estudios, que primero debía luchar para ser profesionista, casarme y formar una familia, me quedó muy claro que yo debía ofrecerle a esa futura familia lo mejor que pudiera.
Así que estudié y después me casé. Con los primeros gastos de un matrimonio era aún muy pronto para tener un bebé, teníamos muy poco que ofrecer. Compramos lo básico y arreglamos el hogar para que nuestra futura familia pudiera llegar a un lugar mas bonito y cómodo. También ahorramos, para pagar los gastos del embarazo y del parto, así como para comprarle una buena cuna y decorar su cuarto, incluso pensaba en los gastos de mi ropa de maternidad, tenía que ser una ropa bonita para poder lucir mi pancita, y si sobraba algo de dinero sería para una sesión de fotos de embarazo e incluso de mi bebé recién nacido. Demasiado presuntuoso no?
Pues bien, que no habiendo pasado mucho tiempo y creyendo haber ahorrado lo esencial, nosotros nos decidimos a empezar la búsqueda.
Tuve que aprender otras cosas, mi vida dio un giro de 360 grados. Aprendí todo lo que no me habían enseñado nunca sobre mi ciclo menstrual, y que lo que si me habían enseñado era sólo la punta de un iceberg. Después de un tiempo, la vida y la muerte comenzaba y terminaba con el primer y el último día de mi ciclo. Me perdí en una espiral.
Tuve que darme cuenta que no era fácil. El dinero que habíamos ahorrado ahora era para pagar análisis, visitas a médicos y tratamientos. Pronto me dejó de importar la cuna, el cuarto del bebé, la ropa de maternidad, las sesiones de fotos y muchas cosas más. Todo lo que quería y todo lo que aún quiero es tener a mi bebé aunque ese dinero se acabe.
Tuve que aprender que había trompas obstruidas, desajustes hormonales, espermatobioscopias anormales, varicocele, abortos de repetición, defectos en la fase lutea, incompatibilidad genética, mala calidad de óvulos, y muchas otras cosas más, incluso todas aquellas que aún desconozco y la lista se haría muy larga.
Tuve que darme cuenta que había inseminaciones y fertilizaciones fallidas, y no una, ni dos, ni tres, sino cuatro o cinco o más.
Aprendí que un embarazo no es sinónimo de logro sino de que el camino continua porque la verdadera meta es tener a tu bebé en brazos.
Y mientras aprendo esto, he tenido que soportar los comentarios ajenos de personas que dicen no te obsesiones,no pienses en ello y llegará, haz pensado en una inseminación o una in vitro?, por qué no te haces una?, bueno relajate que de cualquier forma si no te quedas embarazada pues piensa que siempre te queda la adopción, los hijos no dan la felicidad, tener hijos no es lo mejor del mundo.
A todas esas personas les quiero decir que he estado obsesionada toda mi vida con ser madre, que lo he pensado desde que era niña y que nunca he dudado que lo seré y que incluso ya lo soy de pensamiento, que mi mente desde hace mucho que está embarazada, por lo tanto nunca podré dejar de pensarlo.
Quisiera decirles a todos los que no han pasado por esto, por tan siquiera un sólo ciclo de tratamiento, que una inseminación o una in vitro no es como decir voy a la tienda a comprar un hijo y ya está! asunto solucionado.
Quisiera decirles que pensar en la adopción, efectivamente me relaja, pero no por ello voy a dejar de luchar cuando aún hay muchas oportunidades. Que no dejaré de luchar por ver un positivo, por ver una eco con un pequeño saquito, por escuchar un latido, por sentir sus pataditas, por sentir el dolor de un parto, por vivir todo lo que otros han podido vivir. Aún así, quiero que sepan que no soy egoísta, que sé que la maternidad es mucho más que nueve meses y es mucho más que una carga genética. No tienen que decírmelo porque yo lo sé.
A toda esa gente quisiera preguntarles si sus hijos no los han hecho felices, o que acaso fue un error tenerlos? Quisiera decirles que pensaran en una vida sin sus hijos,... sería lo mejor del mundo?
Entonces, no me digan una vez más que no me obsesione y que no piense tanto en ello.